El victimismo en la novela romántica
Hoy quiero compartir contigo un tema que me resulta curioso en algunas novelas románticas y telenovelas, y su reflejo en la vida real.
Y lo hago porque la protagonista de mi última novela “El amor te busca”, es una chica afortunada, que se sabe afortunada. Sí. Reconoce que la vida la ha tratado bien aunque ella haya tenido (y siga teniendo) sus inseguridades respecto a su físico o no sepa qué hacer con su vida laboral. Vamos, algo que nos puede pasar a todas.
¿No te da la impresión de que estamos muy acostumbradas a ver como normal que las mujeres protagonistas de las novelas hayan tenido una vida llena de desgracias, o la sigan teniendo? Desgracias vistas como desgracias y “pobrecitas” ellas. Rara vez esas “desgracias” son reflejadas como esos empujones que nos da la vida para que reaccionemos, corrijamos comportamientos, o cambiemos de vida.
Suelen parecer víctimas del destino, de las circunstancias, de otras personas…. A ver, sé que eso da lugar a la novela. Es el punto de partida para la historia que se quiere contar.
Pero sí que me gustaría recalcar la importancia de una actitud positiva. Claro que la novela acaba cuando la heroína consigue lo que quiere, o se casa, o vive la vida de sus sueños, pero en la realidad, la vida sigue, y los desafíos no paran.
¿Cómo se tomarían los nuevos desafíos? ¿Con qué actitud?
Hace mucho tiempo, cuando yo era muy jovencita, oí a una comentarista de telenovelas en televisión decir “Sí, se han casado, y la telenovela ha acabado, pero ¿Cuánto durarán?”.
Por entonces me sorprendió. Ahora lo comprendo. Porque con tanta intriga, mentiras, silencios, desprecios… que se ven muchas veces en las novelas, dudo que las relaciones que se cuentan en algunas se mantuvieran en el tiempo.
Hemos pasado de creer en los príncipes azules a creer que el “malote” de turno, prepotente y egoísta nos va a hacer felices.
También es verdad que, afortunadamente, en muchas novelas actuales ya queda reflejada la realidad de las mujeres solteras por elección y las que simplemente quieren pasarlo bien y disfrutar de la vida, sin necesidad de comprometerse con una pareja.
Y, por supuesto, que la felicidad es una decisión personal que tomas todos los días y que nadie más que tú tiene la capacidad de hacerte feliz en tu vida. Ya hablaremos de eso otro día si te apetece (házmelo saber).
Pero me da la impresión que hemos hecho natural el “glorificar” a aquellas luchadoras que lo han pasado muy mal en la vida y se han hecho a ellas mismas (no les quito el mérito) y se suele despreciar a aquellas que han tenido una vida más o menos normal, que van avanzando en la vida con sus pequeñas y sencillas victorias, como dejar de fumar, ponerse a dieta sin caer en la tentación, conseguir un ascenso laboral o volver a creer en ellas.
Creo que es por lo que mis historias no son grandes novelas apasionadas llenas de intriga, misterios o desenfrenados encuentros sexuales.
Mis historias son de personas “normales” con “sus luces y sus sombras” que, por ejemplo, aprenden a aceptarse, aprenden a superar sus miedos o complejos, se enfrentan con la maternidad, la soledad, la inseguridad tras un divorcio o la dificultad de criar un hijo sola en un ambiente más o menos amigable.
Es la vida. Y el AMOR tiene espacio en esa vida. El Amor personal, el de pareja, el de la familia…
El Amor como ese sentimiento amable que te hace sonreír sin motivo aparente, que te hace querer ser tu mejor versión, que te hacer querer ayudar a otros, saludar a los demás con una sonrisa. Quizá por eso en Edentown (mi serie de novelas) se “vive” tan bien. Porque son historias que pueden ser reales en un entorno amable, aquel que cualquiera puede crear y mantener a su alrededor.